Sus compañeras constantemente hacían burla de Lima. A veces,
sin darse cuenta, se quedaba observándolo por breves periodos.
“¡Estás enamorada!” Gritaban burlonamente.
“¡NO!” Gritó, mientras se alejaba de todas.
“No lo estoy, están locas” Se decía a sí misma. “Ni si quiera es un hada, ¿cómo podría
enamorarme de él?”
Nunca habían cruzado una palabra. Tal vez una mirada o dos.
No más.
Los ángeles cuando no están en guardia, en ciertas
ocasiones, se les permite bajar a la tierra, descansar un tiempo después de una
ardua jornada. Olaf siempre tenía la mirada triste; llevaba algunas semanas en
el bosque, solo, meditando.
Tal vez, eso llamaba
la atención de Lima, su soledad, su tristeza. Por momentos sentía ansiedad por
acercarse, conocer su historia y su vida, como lo hacían las demás hadas. Sin
embargo, su propia timidez lo evitaba.
Era la primera vez que se veía un ángel en estas tierras.
Todos en la comarca le hacían fiestas, celebraciones por su estancia, alegres
de tenerlo entre ellos. Aunque a él no le era del todo grato, estar tan sobre
cargado de atención no era su predilección.
Una tarde Lima jugueteaba con ardillas, muy alejada de la
comarca. Sin darse cuenta, entre brincos y piruetas, se topó con Olaf. Frente a
frente. El color verde luminoso de su piel se tornó magenta como su cabello,
sus grandes ojos dorados se abrieron tres veces más de su tamaño normal. Jamás
había estado tan cerca de su presencia y los nervios la petrificaron.
“Hola. Ya te había visto antes con las demás.” – Dijo
tranquilamente el ángel. “Me llamó Olaf”
“Hola” – Con esfuerzo, pudo responder Lima.
“¿Qué haces por acá? Estamos
bastante lejos de la comarca.” – Preguntó curioso.
“Nada. A veces me desespera estar rodeada de tantos.” – Dijo
mientras sus nervios disminuían.
“Sé a lo que te refieres.” – Respondió aliviado.
No hablaron más, pero sin notarlo se hicieron compañía en
silencio el resto de la tarde. Al anochecer, Lima regresó a la comarca
extrañada de lo sucedido, dándole vueltas y vueltas en su cabeza.
De la nada, exclamó “¡Es un ángel!”
Podía verse el impacto en su cara después de lo dicho.
Estaba perpleja. Fue cuando se dio cuenta que estaba total y completamente
enamorada de aquel ángel que ni si quiera conocía.
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