martes, 29 de mayo de 2012

Lima Enamorada


Sus compañeras constantemente hacían burla de Lima. A veces, sin darse cuenta, se quedaba observándolo por breves periodos.

“¡Estás enamorada!” Gritaban burlonamente.

“¡NO!” Gritó, mientras se alejaba de todas.

“No lo estoy, están locas” Se decía a sí misma.  “Ni si quiera es un hada, ¿cómo podría enamorarme de él?”

Nunca habían cruzado una palabra. Tal vez una mirada o dos. No más.

Los ángeles cuando no están en guardia, en ciertas ocasiones, se les permite bajar a la tierra, descansar un tiempo después de una ardua jornada. Olaf siempre tenía la mirada triste; llevaba algunas semanas en el bosque, solo, meditando.

 Tal vez, eso llamaba la atención de Lima, su soledad, su tristeza. Por momentos sentía ansiedad por acercarse, conocer su historia y su vida, como lo hacían las demás hadas. Sin embargo, su propia timidez lo evitaba.

Era la primera vez que se veía un ángel en estas tierras. Todos en la comarca le hacían fiestas, celebraciones por su estancia, alegres de tenerlo entre ellos. Aunque a él no le era del todo grato, estar tan sobre cargado de atención no era su predilección.

Una tarde Lima jugueteaba con ardillas, muy alejada de la comarca. Sin darse cuenta, entre brincos y piruetas, se topó con Olaf. Frente a frente. El color verde luminoso de su piel se tornó magenta como su cabello, sus grandes ojos dorados se abrieron tres veces más de su tamaño normal. Jamás había estado tan cerca de su presencia y los nervios la petrificaron.

“Hola. Ya te había visto antes con las demás.” – Dijo tranquilamente el ángel. “Me llamó Olaf”

“Hola” – Con esfuerzo, pudo responder Lima.

“¿Qué haces por acá? Estamos  bastante lejos de la comarca.” – Preguntó  curioso.

“Nada. A veces me desespera estar rodeada de tantos.” – Dijo  mientras sus nervios disminuían.

“Sé a lo que te refieres.” – Respondió  aliviado.

No hablaron más, pero sin notarlo se hicieron compañía en silencio el resto de la tarde. Al anochecer, Lima regresó a la comarca extrañada de lo sucedido, dándole vueltas y vueltas en su cabeza.

De la nada, exclamó “¡Es un ángel!”

Podía verse el impacto en su cara después de lo dicho. Estaba perpleja. Fue cuando se dio cuenta que estaba total y completamente enamorada de aquel ángel que ni si quiera conocía.

lunes, 28 de mayo de 2012

Dios


Hola, soy Dios, sé que estás pensando que la inspiración nunca llega rápido, menos cuando la necesitas y mucho menos cuando tienes una tarea asignada y estás sentado en una mesa rodeado de extraños que están buscando exactamente lo mismo que tú: Ins-pi-ra-ción.
Y los minutos y las pocas palabras se deslizan sobre un papel cada vez menos en blanco pero igual desinspirado, soso, trillado. Sigues escribiendo y piensas que cada palabra fue ya escrita por alguien, que se la estás robando a otra persona, que en realidad tu imaginación no está aportando nada y que todo el trabajo lo está haciendo tu memoria, y ¿sabes qué? Es cierto.
Eres un ser creativo, más no creador, aunque a veces te dan ganas, y por lo mismo te limitas bastante. Ahí estás contándome algo que ha ocurrido miles de veces en diferentes tiempos y lugares con las palabras que has escuchado durante toda tu vida. Quizás si te sentaras a inventar palabras te sentirías menos limitado, pero estás sentado escribiendo con palabras que se han utilizado durante siglos y por lo mismo no sientes que algo haya cambiado en ti. Aún no estás satisfecho con tu obra así que ahora crees tener dos opciones: tirar lo que hiciste y volver a empezar o tomar lo que tienes y cambiarlo, mejorarlo, pero lo más probable es que te frustres antes del tercer intento y no vuelvas a escribir jamás.

domingo, 27 de mayo de 2012

Las luciérnagas


El niño, Tomás, era de esos que, por tanta televisión, dejaron de imaginar. Llegó a la fiesta de Jaimito, el vecino, acompañado de sus padres, lo cual no era la idea que tenía de un sábado productivo. Podía soportar tener que vestir las prendas elegidas por su madre (que nunca eran de su gusto), el corte de cabello en forma de champiñón (también obra de su dulce madre) y tener que sonreír forzadamente ante las demás personas pero tener que convivir con niños bobos era demasiado. Tendría que dejar de ver su programa preferido y leer complicados libros muy fuera de su entendimiento.

Para la no muy grata sorpresa de Tomás, había un payaso que organizaba juegos con los demás niños, quien se sintió atemorizado por la dura mirada que le lanzó Tomás al percatarse de su presencia. “Ni se te ocurra tratar de incluirme en tus tontos juegos”, era el significado de dicha expresión. Para colmo, los demás niños aseguraban que los padres de Jaimito habían contratado un mago para que hiciera su acto después de cortar el pastel. Para Tomás, el acto del mago sería una oportunidad para entretenerse un poco. “Siempre puedo tratar de desmentir sus trucos”, pensó para sus adentros. Ya lo había hecho en otras fiestas, y siempre eran los padres de Tomás los que tenían que disculparse con el mago agredido en cuestión. Hacía ya bastante tiempo que los padres de Tomás habían dejado de esforzarse por hacer de su hijo una persona más cálida.

Después de todo el ritual de cantar las mañanitas, impactar al pobre cumpleañero en el más pobre aún pastel de tres leches, repartir entre los invitados la parte aún comestible de dicho postre, pedir otro pedazo, repartir la obligatoria bolsita de dulces a cada escuincle, por fin llegó la hora del mago. Tanto dramatismo de dejarlo hasta el final debía de tener un propósito, pensó Tomás, así que se unió a la media luna que formaron todos los demás niños invitados alrededor de la tarima que serviría de escenario para el acto. El mago apareció surgiendo de la cortina que servía como telón sin hacer ademanes ni expresiones sonoras a las que los demás magos de fiesta nos tienen acostumbrados. Su vestimenta podría catalogarse de estándar entre los practicantes de su profesión, pero la verdad es que tenía un toque peculiar, que Tomás no pudo identificar al momento. De súbito, el mago se presentó. “Es verdad que me han llamado de muchas maneras, pero todos me conocen como Harmann”. Se paseó lentamente por el escenario, observando las caras de los niños que lo miraban. Hizo un ademán como de rezando un padrenuestro, y cientos de luciérnagas empezaron a salir de sus mangas, los bolsillos de su frac, el orificio de sus oídos, sus fosas nasales, hasta de su boca. Las luciérnagas empezaron a rodear al asombrado grupo de niños, entre ellos Tomás, quien enojado veía algo que su mente no podía explicar de manera inmediata. Las luciérnagas empezaron a iluminarse coordinadamente, haciendo una especie de marquesina natural. Una hilera empezó a separarse del grupo, danzando como una serpiente al ritmo de la flauta, y Tomás vio con cara de auténtica sorpresa que se dirigía hacia él. Formaron un collar alrededor de su cuello, y Harmann sólo dijo “Tú”. Un impulso ajeno a Tomás hizo que se levantara y caminara hacia el escenario. Al estar al lado de Harmann, las luciérnagas que acompañaron a Tomás volvieron a unirse a las que formaban la marquesina. “Mis luciérnagas tienen la cualidad de reconocer a sus hermanas”, dijo Harmann. “¿Hermanas?”, pensó Tomás; ¿qué querría decir con eso? Harmann continuó: “Todas ellas fueron alguna vez niños que dejaron de creer en las cosas inexplicables que nos rodean.  Ahora pasan su tiempo iluminando a aquéllos que sí creen”. Tomás sintió el terror por todo su cuerpo, quiso correr pero sus piernas no respondieron. Ni siquiera su voz, ni siquiera su boca quiso obedecer la orden de abrirse y gritar. Volteó a ver a sus padres, pero ellos no se inmutaron. Harmann sacó un frasco lleno de un líquido que brillaba tenuemente, como la luz de las luciérnagas; vertió tres gotas en la cabeza de Tomás y pronunció “Proyecta la luz que decidiste no ver más”. Un instante después, había un punto luminoso intermitente donde antes estaba la cabeza de Tomás. Se había convertido en luciérnaga. Las otras que rodeaban a los demás niños rompieron el claustro de luz para unirse recibir a su nueva compañera. Todas regresaron al interior de Harmann, terminando la velada. Los padres tuvieron una hija un par de años después. El sol reflejado en su cabello les recordaba al brillo de Tomás y sus compañeras luciérnagas.

viernes, 25 de mayo de 2012

Cadáveres exquisitos

Del taller en la Universidad Jean Piaget

...no quiero mi media naranja, quiero mi naranja entera...
La impaciencia le atormentaba invitándole a crear actividades para entretenerse.
Sólo existe una manera en la que deben suceder las cosas.
Un deleite nauseabundo.
Si un diseño no se siente bien en el corazón lo que dice el cerebro no importa.
Constantemente pensaba que el éxito estaba a la vuelta de la esquina.
Y todo esto es tan bonito que no quisiera que termine.
Una locura suprimida.

Mirando por la ventana, mirando el hada que se reflejaba.
Cuando ambos, amor y odio, están ausentes, todo se vuelve claro y diáfano.
Miraba por la ventana esperando que llegara una respuesta.
Me gusta tanto reír que a veces no puedo controlarme.
En el agua cristalina de peces enamorados.
Deja que las cosas ocurran, no las forces.
Así, tomando la decisión, cambió drásticamente de camino, queriendo creer que esta vez era el correcto.
Y en mi mente ya me dije que debo ser algo grande.

Contábamos historias para entretenernos mientras esperábamos a que llegara el momento ideal.
En ese momento el conejo tomó un cohete y viajó a la Luna.
En el reflejo de la puerta.
Y mordimos el pastel al mismo tiempo, por suerte alcanzaba para todos.
Pero los volantes de toastmaster no fueron impresos por culpa del sol.
Riéndose de un hermoso accidente.


Del taller en Mandrake


Cada día de mi vida es diferente gracias a ti.
¡Pensando en la inmensidad de las letras!
Recapitulé todo lo que había hecho y lo que tenía que ser.
¿Eso te hace sentir mejor?
Cada minuto que pasaba sentía que las ideas se me iban relajando.
Y simplemente todo cambió al despertar.
Quiero viajar pronto... a donde sea...
Generalmente traigo conmigo la libreta, por si acaso.
Y ahora no sé que hacer.
Porque después de todo, todos somos uno mismo.
Encontré tan relajante enterarme de tu existencia.
Estaba en medio de la agonía hasta que pude despertar.
Así solamente soy feliz.
El juego de las palabras nos deja grandes aprendizajes.


Del taller en La Morada


Los cocodrilos astronautas viven en el océano.
vida, vida infinita llena de amor, gozo. Vida y amor.
Los sillones se mueven y mueven, bailan y hablan.
La vida es bella sólo hay que vivirla.
El sentimiento tan ambiguo que me da su ausencia; ¡están sin estar!
El tren llegó a la estación justo a tiempo, Saly estaba feliz.
Creo en realidad que de todos podemos aprender algo.
En sus ojos veo mi horizonte.
Me enoja que traten de disuadirme de entender algo.
La noche ciega sin estrellas.
Y es ahora cuando este cuento deja de tener sentido.
Las ventanas atraen su mirada, es imposible alejar la vista de ellas.

Sobre este blog

He tenido el placer de dar durante algunos meses diferentes talleres de creación literaria en el puerto de Veracruz y entre mis alumnos veo la necesidad y el interés de leer y conservar los textos de sus compañeros o de otros autores del puerto, además el querer compartir con el mundo lo que se está creando en estos espacios.
Así es que este espacio es de y para los alumnos y para quien quiera pasar y leer.