sábado, 23 de junio de 2012
¡Maté al gato!
- ¡No inventes! ¡Sí pasó! - mis ojos abiertos como platos mirando el lugar que antes ocupaba el gato.
- ¿Qué pasó, Aron? - pregunta Paty desde la cocina.
- ¡Maté al gato!
- No chingues, eso no se puede, acuérdate que es imaginario.
- Sí, si se puede, le dije que lo iba a dejar de imaginar y ¡Pufff!, literal, desapareció. Ya no está, se fue, no hay más gato imaginario y no sé que voy a hacer.
- Imagínalo de nuevo - me dice Paty.
- Como si fuera tan fácil, él era un gato especial, el odio mutuo era sólido entre nosotros, Kito era...
¡Pufff! El gato aparece exactamente donde estaba antes, un poco asustado, con el pelo erizado, pero ahí está el infeliz otra vez.
- ¡Kito - exclamo e intento agarrarlo. Él levanta su patita con las uñas desenfundadas, me detengo a tiempo para que no me arañe - ¡Gatete del mal!, ahora sabes que puedo dejar de imaginarte.
Y ¡Pufff! Kito desaparece de nuevo y yo estallo en carcajadas, lo imagino otra vez y... nada, me esfuerzo un poco más... nada.
- ¡No inventes! ¡Maté al gato!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario